domingo, 20 de marzo de 2011

-Bueno, después te llamo
-listo ¿sabes cómo llegar?
-sí, caminando
-si no te podes tomar el colectivo... chicas ¿cuál es el colectivo que la deja en casa?
-no importa, yo puedo llegar
-bueno ya lo sé pero, de última, si te tomas el colectivo llegas mejor
-no pasa nada, sé por dónde ir
-¿tenes llave?
-sí, después te llamo si me voy por ahí
Empieza a caminar, no sabe exactamente a dónde está ni cómo llegar pero eso es lo que a ella le gustaba, explorar nuevos aires. Sus pies le dolían terriblemente, los zapatos de la noche pasada habían hecho que su pie derecho sangre y, los de ese día que en su pie izquierdo se forme una ampolla. Sentía el dolor pero, como tantas otras veces, eso no iba a impedirle que deje de caminar, por el contrario... el dolor (venga como venga) era una señal de que todavía vivía, de que respiraba, de que tenía un cuerpo repleto de... algo.
Pasa el tiempo, pasa por ferias, por escalinatas, por calles cerradas y abiertas, por recuerdos del ayer que le afectan su presente aunque solo sean malditas memorias. Lucha consigo misma para no decaer y logra llegar al abismo de las cosas certeras: si estaba allí, si su sueño se comenzaba a hacer realidad por algo era. De vez en cuando le agarraban bajones que la hacían caer todas esas escalinatas que con esfuerzo había subido pero, como todo, su cuerpo se anteponía a su mente y masoquistamente caminaba entre tormentas y mares de lágrimas hasta llegar al arcoiris que, cuando estaba demasiado cerca, desaparecía alejándose kilómetros más allá.
En la soledad de su apartamento, soledad momentánea, prende la hornalla, carga el agua para la pava y escucha el pitido penetrante que hace la combinación de éstos dos. Observa detalladamente cómo el fuego cambia de formas y le encanta cómo hacen un hermoso baile de colores. Quizás los placeres diarios son los que más le gustan porque no todo el mundo los observa como ella los ve, quizás amaba las cosas simples justamente por su belleza sin modificar, quizás... quizás a ella le bastaba con los pequeños placeres diarios para llegar a su felicidad.

domingo, 6 de marzo de 2011

Tengo tantas canciones para estrenarte, tantas estrofas y tantos versos que no me alcanza el mundo, los pentagramas ni instrumentos.

Tengo tanta rabia, tanto odio, tanto viaje y tantas vueltas que ya no tengo nada y estoy sola en el universo.

Quizás escriba para ésto: un día olvidando algo y al otro, para que jamás se olvide.

No me inspiran las vueltas, las calesitas, los trenes, las vías... simplemente no estoy inspirada porque mi día fue en torno a una ruta. Llego de viaje, tantos kilómetros por un poco de felicidad y ¿con qué me encuentro? JA ¡ÉSTA FELICIDAD!

Pero bueno, acá estoy... combatiendo contra mi misma, batallas que solas se inician solas se terminan ¿no? es decir ¡no hay estúpido que soporte tanto tiempo estando mal! o quizás sí ¡HOLA! jajaja me río para no hacerme un rio de lágrimas y tristezas... Siguiendo combate, poniendo fuerzas, intentando hasta llegar a ser quien se supone que quiero ser, así estoy hoy. "poniendole el frente a la cara" o la cara al frente, da igual... en éstos días todo sigue mal, todo mal.