miércoles, 13 de abril de 2011

Bi-fas

Decidí irme un rato a la orilla del río, me quede hasta tarde tomando algo y escribiendo, de pronto me dormí y, cuando me desperté vi cómo se formaba una ola inmensa en frente de mi, me asusté, quise escapar pero la ola me tapó... de pronto sentí claridad y una luz serena ¿estaba en el cielo?¿qué me iba a pasar?

Como ella se hace aire, yo me hago mar... vago por las noches de locuras donde se puede respirar. Llegué hasta Mar del Plata, entré por las dos escolleras y me sorprendí de la manera en que me miraba ese Cristo de brazos abiertos, ya no sé si soy católica, ni siquiera sé si siendo mar puedo ser algo de eso, igual él me miró como diciendo "bañame con tus aguas, sos bienvenida" no lo bañé nada porque siendo mar todo lo que tengo son aguas y si se las doy a él no tendría nada. Un poco egoísta de mi parte, a decir verdad.

Seguí mi camino metiéndome por subterráneos marítimos, lugares que nunca había visto siendo humana e inútilmente pensé "debería haber ido a bucear alguna vez" de todas maneras ya era un mar (o me sentía como mar), seguí mi camino por el pacífico pero sin saber a dónde ir y terminé perdiéndome "¡qué pena que acá abajo no haya carteles!" me dije ¿porqué ésto era así? tendría que haber una municipalidad...

Me tocaron el cuerpo (diría bien qué parte pero todavía no me entiendo siendo mar), me di vuelta y me encontré con Ariel ¿cómo me había reconocido ésta bella sirena? una canción muy conocida para aquel cuerpo humano me hizo dejar de pensar y ponerme a bailar ¡todavía no controlaba mi cuerpo y ocasioné un remolino marítimo! Ariel me dijo que no baile porque podía lastimar a alguien pero yo le dije "conozco ésta canción" a lo que me dijo "no podes conocerla, es el Himno marítimo y vos sos nueva acá" "sí la conozco" le respondí... En el mundo de afuera la llamamos "Bajo el Mar" y, no sé porqué pero se ofendió y nadó. Inútilmente traté de que no se alejara pero esa canción me gustaba de sobremanera así que me quedé.

Se me acercó Sebastian, el cangrejo, pero no era nada lindo ni amigable así que me fui... llegando al sur me agarró mucho frío, me rodeaban montañas repletas de algo blanco que no me acuerdo muy bien cómo le llamábamos allá afuera. Me di cuenta que estaba en el Nahuel Huapi cuando me encontré con el Monstruo Nahuelito. Él me dijo que no crea los rumores, que era un monstruo bueno pero mucho no le creí, ésto de ser mar era peligroso.

Seguí siendo mar por mucho tiempo pero me di cuenta que no era lo que me hacía feliz. Extrañaba muchas cosas, ya no podía cantar y menos escribir ¡era como un suicidio para mi! y además... el amor, allá te enamoras muchas cosas y no tenes nada para tomar (claro, para aliviar el dolor). Un día me cansé de ser mar y hasta empecé a odiarme por no saber cómo dejar de serlo entonces corrí y corrí por el subterráneo ¡qué tonta fui! a la otra mañana me enteré que había causado un Tsumani en Japón ¡pobres personas! Igual no asumo toda la culpa ¿cómo puede ser que solo yo haya ocacionado semejante cosa?

Me dormí llorando (sí, nosotros también dormimos) y tuve un sueño terrible... me vi en cuerpo de humano, muerta a la orilla de un río ¡qué locura!... me fui acercando, despacio y como mi cuerpo humano se movió me asusté formando una ola gigante que me tapo (claro, a mi en humano). De pronto sentí claridad y una luz serena ¿estaba en el cielo; dónde estoy?

Muerte en retroceso

Y un ardor en el pecho me dice que algo anda mal, me duele todo el cuerpo, siento que muero pero que, a su vez, tampoco tengo ganas de despertar...

-Septimo regimiento, por favor

Y ya no hay variaciones dentro de los comienzos de mis notas... todo lo que veía eran vasos venir, vasos ir. Quizás a veces cambiaba de bar, cambiaba de luz, de sombras, cambiaba de lugar pero yo seguía siendo la misma persona, la misma adolescente alcoholica que se hacía pasar por alguien mayor ya que, aquellas salidas nocturnas, habían producido marcas en mi cuerpo, en mi caminar que afirmaban aquella mentira tan poco evidente. Al comienzo los cantineros no querían servirme o dudaban al hacerlo (quizás también se debía a que siempre terminaba mal) pero, con el tiempo, se fueron acostumbrando a mi insistencia, a mi intolerancia, a que el único abrazo que daba fuera con el retrete y los restos de comida que en realidad no había. Con el tiempo la gente se adaptó a mi, sí ellos a mi porque jamás voy a admitir que soy yo quien se puede adaptar, aceptaron mi forma de caminar, mi forma de vestir, mis muecas al hablar, con el tiempo no me trataban como a una puta de 16 años que abría las piernas para "triunfar", me trataban como una mujer de 36 años, casada hace 15 y con un hijo al que educar...

-El tiempo cura las heridas - me dijo una vez el cantinero y ¿qué le respondí?
-Claro, pero el Whiskey ayuda, así que dame uno más.
Él me miraba con mucho cariño pero, sobre todo, con lástima. A veces me sacaba las llaves del auto y me subía en un remís, otras... otras simplemente me levantaba del baño y me acostaba en la cama que tenía atrás, esperaba a que me despierte y me preparaba un café. Pero hubo una vez que nunca voy a olvidar:

Era una noche fría de invierno, vestía medias negras, zapatos con plataforma, remera larga y campera de cuero, tenía los guantes en el bolsillo y la bufanda colgando, sin cumplir su función, en el cuello. Entro al bar, saludo a los "tíos del rinción" con la mano, a los "viejos" con la cabeza y le sonrío a mi amigo el cantinero.
-Henry ¿cómo te trata la noche?
-como todas las noches, querida
-Hoy podría ser un poco mejor, es más: lo va a ser
-Ah ¿si?
-Empecemos con un Vodka tonic
-¿con qué vamos a terminar?
-veremos Hen, veremos...

Y, la lógica se nos fue por las ramas, bailamos jazz (tuve que obligarlo), toqué el piano y recordando mis momentos de gloria le canté una pequeña aria y la Balada para un loco, nos reímos como nunca y sentí que algo estaba pasando, algo ME pasaba.

Pasaron los años y ésta vez sí tenía 36 solo que sin pareja ni hijo, Henry era la única familia que tenía y, a su vez, tambien era la única que me interesaba tener. Sí sociabilizaba con otras personas, sí andaba con quien queria cuando quería pero el único problema es que no los quería y siempre volvía a las cálidas manos de Henry, en las cuales tenía cigarros y bebidas, mis otras dos adicciones. A veces nos quedábamos incluso después de cerrar, yo lo olbigaba a tocarlargas horas el piano y él me obligaba a cantar, amaba mi destriuda voz. Sí, nosotros nos amábamos.

Un día tormentoso decido ir al bar y, en realidad, es tonto decir que había decidido ir ya que todas las noches nos acompañábamos entre copas con los residentes del lugar. Entro y noto un cambio, los tíos no estaban y los abuelos me esperaban exclusivamente a mi.
-¿que pasó?¿donde está Henry? - se limitaron a mirar, sollozando, a mirar
-Él...
-él ¿qué; dónde está?
-El te quería pero
-¿qué? habla
-Ya no está, los tíos lo llevaron al hospital pero no pudo sobrevivir
El bolso se deslizo por mi brazo, me ahogué en un llanto que daba pena con solo escuchar, caí... perdida en ese lugar que lo era todo para mi, ya no quise escuchar.
-Que alguien llame a una ambulancia - escuché gritar, pero ya no me importaba, no me movía, no respiraba y, si todavía lo hacía, no quería más.
-Reanimación, 200 ml de (...) carga a 300, vamos ¡una vez más!
-Despertate, por favor, despertate
Y lo único que no quería, era despertar, no sin Henry, no sin la persona a la que siempre amé, la que me hundió en las tinieblas de la bebida y me enseñó a nadar sin respirar, no sin él, que me entendía, no sin
-No reacciona al masaje cardíaco, ya no hay signos vitales
-declarala
-no puedo declararla, no puede morir
-demasiado tarde Hen... tenés que declararla
-No, voy a tratar una vez más, 100 ml de

Y sentí un ardor en el pecho que me dijo que algo andaba mal, me dolía todo el cuerpo, sentía que moría pero que, a su vez, tampoco tenía ganas de despertar... me vi en un bar, pidiendo un trago, soñé con el amor de un cantinero de bar

Desconsuelo

Es una lucha interna constante "me quiere; no me quiere" le estoy dando vueltas al asunto, quisiera resolver algo de todas estas preguntas con las que me encuentro"¿piensa en mi?" ya no sé cómo hacer para salir de ésta, no sé cómo hacer para no tocar fondo o, a diferencia de dos años atrás, cómo hacer para salir de éste pozo con miles de metros hacia arriba. Estoy llorando, escuchando un eco profundo, frágil y sincero "no te quiere"...
Frases que resuenan en mi interior, demostrando que estoy llena: de vacío. Debería decirme a mi misma que no siga con éstas mentiras, que no necesito mentirme a mi también... debería aceptar que estoy loca o que, por el contrario, no lo estoy y necesito actuar como una persona "normal".
"¿cómo es eso?" me pregunto, pero ya no tiene sentido que me siga preguntando ¿para qué?¿para qué sigo diciendo que está todo bien? quizás porque, con ésta falsa sonrisa, los demás eligen creerme y no preocuparse en mi, es evidente que no estoy bien.
Quizás solo tenga que darle tiempo al tiempo pero ¿de qué me sirve ponerle más tiempo? mientras espero ese dichoso momento se me pasan los días, los meses, los años, la vida. Me preguntan qué me pasa, qué siento y ¿qué respondo? "vacío" es todo lo que puedo sentir, es todo lo que puedo admitir que siento... así es, acá estoy, siendo nada y queriendo ser menos aún ¡qué bien que me la paso! ¿no? quizás solo tenga que admitir lo que realmente me está pasando, lo duro que es vivir y lo patética que estoy sonando. Quizás... solo quizás.
Suspiro ¡cuántos suspiros y almas que vacían su interior! me río para no admitir que tengo ganas de ser una nena de cuatro años para echarme al piso y llorar, llorar pegando patadas, llorar arrancándome los pelos, llorar desconsoladamente sin tener que contener la tristeza que siento, sin tener que admitir que no puedo conmigo misma, con éste dolor que llevo en mi interior, con éstas muñecas bañadas en sangre, éstas costillas bien marcadas y éste estómago que se muere de hambre... Sí, acá estoy quieriendo ser una pendeja de mierda que se desgarra el corazón en una tarde de verano, queriendo volver a mi infancia para que nadie me diga "sos grande, no podes llorar... aforntá tus problemas" queriendo retroceder o adelantar, queriendo tener mi propio lugar para poder desplomarme tranquila, para poder ser responsable dentro de toda la irresponsabilidad. Acá estoy, sí... acá estoy porque no hay otro lugar a donde poder ir.
Me prendo un pucho, destapo un vodka, cierro los ojos y me digo "ya todo va a pasar" aunque sé que no es verdad "todo va a pasar" me repito una vez más. Y es verdad, pasa el tiempo, girando mi habitación a mi alrededor, pasa el tiempo, consumiéndose el cigarrillo entre mis dedos, pasa el tiempo porque, de pronto, me di cuenta que nunca va a dejar de pasar.